Ricardo Villarreal

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Saramago y la Democracia

October 19, 2016 by Ricardo Villarreal

Elecciones¿Puede la democracia ser la salvación del futuro de la humanidad y de garantizar un mundo socialmente justo?

Es posible que sí, pero implica que la democracia se discuta y se reinvente, nos dice el escritor y Nobel de Literatura José Saramago en la conferencia “El Nombre y la Cosa” (2006), que quedó plasmada en el libro del mismo nombre.

Entrando en materia sobre la democracia, Saramago nos traslada brevemente a su origen en Grecia (Siglo IV, a.e.c.) citando dos principios de Aristóteles:

Por un lado, “en la democracia los pobres son soberanos, porque son el mayor número y porque la voluntad de la mayoría es ley.”

En segunda instancia, con el objetivo de garantizar la igualdad y la libertad, Aristóteles nos dice: “la igualdad pide que los pobres no tengan más poder que los ricos, que no sean ellos los únicos soberanos, sino que lo sean todos en la proporción misma de su número.”

Así que muy pronto topamos con una discrepancia y ponemos en duda la legitimidad de la democracia, pues nunca en la historia de la humanidad los ricos han sido una población mayor a los pobres, y los ricos siempre han gobernado el mundo, al día de hoy.

Pero, ¿qué hay del poder del voto que inventaron los griegos? ¿No es el voto la expresión máxima que, siendo derecho de todos, valida el funcionamiento de la democracia?

Pues no. Resulta que dentro del mismísimo proceso de votación encontramos un verdadero conflicto democrático, ya que el voto es al mismo tiempo entrega y renuncia de nuestra voluntad política.

Saramago nos ilustra cómo en el preciso instante de ejercer nuestro derecho al voto e introducirlo en la urna, nuestro sufragio ya no nos pertenece como electores. Y a partir de ahí el político, diputado, o gobernante utilizará el poder según sus intereses, que en muchas instancias no es el del ciudadano que introdujo su voto en la urna.

Por eso es muy sencillo ver que no funciona este proceso democrático. Solo basta darse cuenta del tipo de gobernantes que tenemos; políticos que han abusado de este hueco que hay en el proceso democrático que no los obliga a ser dignos representantes del pueblo.

Porque confío que ninguna población sana, de raciocinio medianamente decente, y con un mínimo de respeto, elegiría a los corruptos que tenemos en el poder.

Dice Saramago, una democracia bien ejecutada debe ser como el Sol que a todos ilumina por igual.

Pero el poder no lo tiene la gente. Es más, el único poder que existe es el económico, el que todo lo mueve, el que controla las cuerdas del teatro llamado gobierno.

Y ese poder económico no es democrático porque no lo eligió el pueblo, ni tampoco contempla la participación ni el bienestar del pueblo.

Ese sistema de organización social que equivocadamente llamamos democracia, es realmente una plutocracia, un gobierno de los ricos para los ricos.

¿Qué hacer entonces? Pues debemos reformar la democracia. Y para ello tenemos que empezar por discutirla, por admitir que no funciona para el beneficio de la gente.

El autor nos advierte que de no hacer nada y de continuar con un concepto de democracia cada vez más putrefacto, no solo terminaremos por perder enteramente la democracia, sino que se perderá también la esperanza de ver un día dignamente respetados los derechos humanos para todos.

La dimensión política del pueblo debe ir mucho más allá del sufragio. Votar cada cierto número de años no es suficiente para mantener una democracia efectiva. Debe haber mayor participación ciudadana.

Si el verdadero poder es el económico, y el principal problema es que ese poder no es de la gente, pues la respuesta está en buscar la manera de que sea la ciudadanía la que penetre y tome el control de los organismos económicos y financieros de los que autoritariamente se les ha aislado.

Para acercarnos a un sistema democrático más justo, Saramago señala que una democracia política debe ir de la mano con una real democracia económica y estar aunada a una democracia cultural.

Pero esta fórmula estructural tampoco servirá de mucho en una democracia que no se autocritica, en una democracia que no se autoevalúa, y que no haga por vigilar la manera en que los gobernantes usan el voto que los puso en el lugar que ocupan.

Solamente a partir de la reflexión, del pensamiento crítico, y del deseo genuino de dialogar y tomar acciones constructivas podemos contribuir a reformar la democracia y a transformar nuestro mundo en uno más justo.

 

Filed Under: Arts & Culture, Books, Libros, Literatura, Philosophy, Politics Tagged With: democracia, derechos humanos, ejercicio democrático, elecciones, filosofía, historia, José Saramago, libros, literatura, plutocracia, política, Saramago, votación, votaciones, votar, voto

Carta de un Hombre Enamorado

August 30, 2016 by Ricardo Villarreal

Flores Carta EnamoradoRecién llego a mi habitación y ya te extraño. Envuelto en el silencio de la noche y aun sintiendo la emoción de haber compartido contigo este gran día, te escribo estas palabras.

Gracias por darme la oportunidad de salir nuevamente conmigo y de hacerme ver al mundo extraordinariamente mágico y hermoso cuando estoy contigo. La pasé de maravilla hoy.

Llevaba días esperando ansiosamente el momento de nuestro reencuentro. Debo confesar que estuve un poco nervioso esta mañana mientras me dirigía al parque donde me citaste.

Al llegar, no me tomó mucho tiempo en darme cuenta que estabas allí escondida detrás de aquel viejo árbol, jugueteando con las ramas y haciendo caer las hojas que giraban lentamente con el bailar del viento. Corrí detrás de ti casi hasta sudar y te alcancé. Caímos sobre el pasto y reímos mirando al cielo.

Luego caminamos en silencio hacia el café, sintiendo esa unión que tanto me conforta. Mientras pedía un cappuccino colocaste las flores que te traje sobre la mesa para admiración de los demás. Y de nueva cuenta, como la última vez, no quisiste tomar nada. Un día tendrás que probar el café de este lugar, es delicioso.

Después de ahí salimos a recorrer más la ciudad, disfrutando cada minuto de nuestro andar. Nos tocó ver tantas parejas abrazadas, tan sonrientes y enamoradas, hechizadas bajo el cálido manto de su amor. Qué hermosa es la vida, ¿no crees?

Y como siempre, qué rápido se pasa el tiempo cuando estoy contigo. De pronto ya estábamos en la estación de tren muy cerca de la hora de tu partida.

Al despedirme de ti, debo confesar que me dio un poco de pena cuando rechazaste mis labios antes de subir a tu vagón. Pero lo entiendo, llevamos poco saliendo y todo debe ser a su tiempo. Me quedé en el andén hasta que vi tu tren alejarse y desaparecer.

No pude esconder mi alegría a mi regreso, y caminando por las calles de la ciudad me sentí afortunado. Al pasar por los ventanales de las tiendas pude observar en el reflejo de mi rostro una enorme sonrisa. ¡Qué feliz me haces!

Caray, cómo me gustaría que existieras.

 

Filed Under: Arts & Culture, Cuento Corto, Literatura Tagged With: amor, Carta, cuento, Cuento Corto, enamorado, lectura, literatura

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