Me voy apenas enterando del fallecimiento de mi Maestra Rosaura Barahona, una destacada escritora, académica y periodista de Monterrey, México. Su columna editorial en el periódico El Norte era de las más leídas por su brutal honestidad, su crítica intelectual, y su exitosa habilidad de hacer reflexionar a toda la ciudad.
Desde el primer día que la conocí, cuando fue mi maestra de periodismo en el Tec de Monterrey hace como 20 años, me apasionaron su manera de pensar y de ver la vida, su elocuencia verbal y escrita, su gran amor por el periodismo y la educación, y su enorme valentía para escribir critica honesta, intelectual y progresiva, antagónica a las entorpecedoras influencias conservadoras todavía presentes en Monterrey.
No se me olvida que, en el primer día de su clase de periodismo, nos hizo a todos hacerle la promesa de leer al menos 15 minutos diarios para continuar desarrollando nuestro hábito por la lectura. Siempre se me quedó grabada esa promesa, incluso ahora que leo en promedio un libro por semana.
Ninguna otra maestra influyó tanto mi pensamiento crítico como Rosaura Barahona. Incluso una vez graduado, lo siguió haciendo a través de sus columnas en el periódico y en las oportunidades que tuve de verla en persona.
En el 2007 me hizo el honor de presentar un libro que escribí (foto arriba), y en el 2013 me honró al escribir en su columna sobre mi documental “Ride with Larry” cuando se presentó en Monterrey. Y aún cuando cambié de dirección vocacional, seguido me preguntaba, ¿cuándo vas a escribir otro libro? Creo que ya es hora de irlo pensando seriamente.
En mis últimas idas a Monterrey procuré visitarla a su casa, donde me recibía con mucho cariño y siempre con deliciosos refrigerios. Las charlas que compartió conmigo fueron siempre muy enriquecedoras, llenas de lecciones y también de alegrías, pues tenía un gran sentido del humor y una risa contagiosa.
Sus anécdotas sobre el periodismo eran fascinantes, sobre todo aquellas que tenían que ver con personajes políticos y las siempre entretenidas batallas con los grupos conservadores de Monterrey.
De Rosaura recordaré siempre su honestidad, su amor por la vida, su fortaleza, su incansable lucha por el respeto y la tolerancia, y por hacer lo correcto. A ella le agradezco infinitamente todas sus enseñanzas, que además serán transmitidas a mi hijo Diego, a quien ella se refería como mi clon.
Caray mi estimada Maestra, cómo la voy a extrañar. Mis condolencias a su familia y gracias a quienes han compartido sus tributos por los diferentes medios.