“Para convertirse en un hombre sin mujer basta con amar locamente a una mujer y que luego ella se marche a otra parte… el color de la soledad va tiñendo hasta lo más hondo de tu cuerpo. Solo los hombres sin mujeres saben cuán doloroso es, cuánto se sufre…”
En esta genialidad literaria, Haruki Murakami nos comparte siete relatos diferentes, todos ellos compartiendo el común denominador de la nostalgia, de las relaciones, de la reflexión en torno a la soledad que precede el perder a una mujer, de la sentencia desgarradora que cuando el amor se acaba la vida pareciera carecer de todo sentido.
Con “Hombres Sin Mujeres” el japonés nos demuestra también su maestría literaria en los cuentos cortos. Desde el primer relato, Drive My Car, el libro nos seduce y mordemos el anzuelo para adentrarnos al mundo romántico y tangible de Murakami. En donde por momentos nos olvidamos de cualquier otra existencia.
Y desde luego, su narrativa no deja de pertenecer al universo que ya le conocemos a Murakami, con vivos elementos y temas recurrentes como los Beatles, los gatos, y el jazz.
Aunque pareciera que los protagonistas de estas historias son los hombres que han sufrido la pérdida de sus mujeres, la poderosa ausencia de ellas mismas las hace absolutas dueñas del protagonismo de estos cuentos.
Presentes antes y ausentes ahora, las huellas que han dejado las mujeres en sus vidas serán sempiternamente imborrables.
Con ello, es difícil leer “Hombres Sin Mujeres” sin despertar a nuestros fantasmas del amor, sin recordar aquellos intentos de amor que culminaron en el fracaso, o sin reflexionar sobre la inevitable tragedia que representa un amor imposible.
Sin duda alguna, la fortaleza y el sentido de la vida se encuentran precisamente en nuestra capacidad de amar.